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jueves, 31 de diciembre de 2015

EXODO


Un sol naranja
caía como plomada
sobre un horizonte pintado
con gruesas pinceladas
de brochas multicolores.

Desde el oeste llegaba
aquel celestial arte
llenando las ventanas cerradas,
mientras largas caravanas
serpenteaban perezosas
sobre las carreteras atascadas.

Era el anual éxodo
de los peregrinos que,
exhalados por los edificios grises
de una ciudad añeja,
iniciaban su búsqueda veraniega
de un alivio momentáneo e ilusorio
a su diaria guerra y monotonía.

Y entre aquellos que quedaban atrás,
una niña,
desde un balcón desmemoriado,
vetusto y casi fantasmal,
los despedía en silencio…



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