La
habitación se llenó de silencio
cuando los
dos, trémulos,
yacíamos buscando
el amor.
¡Era un
silencio profundo y primigenio
que nos llegaba
desde el mismo origen del universo!
¡Y es que
el universo,
más que de
estrellas y galaxias,
está lleno
de silencio!
Éramos dos espíritus
buscándose en la penumbra
mientras
que, a lo lejos, las luces y las montañas
inundaban
el paisaje con su procaz melancolía.
Al caer de
aquella íntima noche,
cuando cadenciosa
brotó
la concavidad
de nuestras almas,
ambos leímos
el amor,
con su
lenguaje y éxtasis,
reflejado en
el infinito de nuestras miradas...
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