I
Alguna vez me pregunté
si conocería el amor.
Recordé tu ojos
colgados de los míos
y lo comprendí:
Vos me enseñaste
no solo a conocerlo,
sino que me enseñaste...
¡A vivirlo!
II
Mi tristeza es mía
y de nadie más.
Pero,
la tristeza me hiere igual
a como hiere a los demás.
III
Mis soledades se llenan
con la voz de mi conciencia.
¿Acaso necesito de otra compañía?
IV
La muerte llegará
en algún momento de la vida.
No tiene ninguna prisa
pues siempre llega cumplida
al instante de la cita.
Se que ignoro
cuál será el momento de vernos.
Tampoco tengo urgencia por saberlo:
existe la absoluta certeza que también
llegaré cumplido a nuestro encuentro.
VI
¿Cómo comprender un mundo
que produce tantos muertos
y tan pocos sepulcros donde llorarlos?
¿Será - acaso - que este mundo
es un inmenso cementerio
donde aún no alcanzan para llenarlo?
VII
Algunos ven el mundo
desde el lado izquierdo del corazón.
Otros lo ven desde el lado derecho.
Pero aquellos que lo vemos
desde la unicidad de la vida:
¡Solo pedimos el derecho a vivirlo...!
VIII
¡La justicia puede ser ciega
mas nunca podrá ser inútil!
IX
Todos somos gotas de agua
fluyendo en el infinito río de la creación.
X
Cuando el Estado se apodera
de los medios de producción,
hay que preguntarse:
¿Quiénes son los dueño del Estado...?
XI
Las guerras religiosas nos han dado una
lección absolutamente incuestionable:
¡¡Demostrar lo mucho que NO tenemos de Dios!!
XII
El que critica y no aporta...
¡Estorba!
El que critica y aporta...
¡Nunca sobra!
XIII
Fortaleza de caracter
no significa ni dureza de corazón
ni falta de empatía.
XIV
Dios me ha dado
todas las oportunidades
que en la vida he necesitado.
Para bien o para mal,
solo aproveché aquellas
que me trajeron hasta aquí.
Y, la verdad,
¡No tengo nada que reprocharle!