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martes, 27 de octubre de 2020

DESPERTAR

 

I
 

Un pesar,
que es más dolor que pena,
se ha apoderado del tiempo.

De mi tiempo.

Siento la ira invadiéndome
lenta, aguda y lacerante.
Y la cáustica indignación
apoderarse de mi impotencia.

Y entre tanta angustia,
busco incesante la salida
a este laberinto existencial.
 


II


Vivo acompañado de ayeres
que, con su presente,
envuelven todo este caminar
en brumas y nostalgias.

Pero... acá sigo 
aferrado al verbo y a la poesía;
amarrado a la palabra y a la culpa,
mientras me roban la esperanza
y me desgarran el amor y la verdad.

Y es, entonces, cuando comprendo:

¡No hay nada más oscuro
que una mirada perdida,
vacía, triste y sin horizontes!


III
 

Ya han caído irreverentes
los soberbios aguaceros
de esta tarde gris y congelada.

¡Y las húmedas veredas invernales
se han llenado de cristalinas charcas 
- huellas de su furia - 
que reflejan el azul diafano del firmamento!

La tierra húmeda despierta 
y se lava la sangre ante los espejos 
que se miran sorprendidos.
 
¡Sus guitarras aúllan su protesta vacua
mientras en fila avanzan como hormigas!
 
 
IV
 
 
Erguido levanto la mirada. 
 
Sin cadenas, 
con hambre, presente y memoria;
y desde mi indignación sangrante
brota osada y potente mi voz:

¡Aún tengo fuerzas
para luchar, para gritar,
para vivir y morir;
pero, sobre todo, 
para denunciar y no olvidar!
 



 

viernes, 28 de agosto de 2020

LA VENTANA

Me quedé absorto

y con la mirada

anclada en la ventana.

 

Tras ella se dibujaba

un claro-oscuro escenario

que se confundía  

con el difuso horizonte.

 

Una lágrima hiriente

brotó adolorida de mis ojos

y rodó por mis mejillas.

 

Aquel fue el único adiós

que pude gritarle

antes de que desapareciera

secuestrada por la espesa niebla

que invadía la moribunda tarde.

 

La ventana lo escondió colgado

en el silencio de sus cristales... 

 

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lunes, 20 de enero de 2020

A MI PADRE


Extendió sus brazos
mientras su pecho tembloroso
exhalaba su paso a la eternidad.

Abrazaba ese instante que llega, 
como fin último,
a todos los que recorremos
el ajetreado devenir de la vida.

Su espíritu en paz agradecía
las bendiciones que el destino le dio;
mientras el frío aire de la mañana
lo saludaba por última vez.

¡Quiso enseñarme todo lo que sabía!

Partió de entre mis brazos
al tiempo que mis lágrimas
caían indetenibles desde mis pupilas.

Se fue en paz y con una sonrisa
cuando comprendió que su ausencia
era su lección última para mi travesía.

¡La vida - su vida y la mía - 
lanzó su último grito 
de despedida y trascendencia!















jueves, 2 de enero de 2020

GEOGRAFIA DE LA ESPERANZA



COCAL DE PUNTARENAS

 

I

 

Sobre una nudosa rama del vetusto almendro

las inquietas chorchas entonan su gutural canto.

Apenas logro escuchar,

mientras camino entre manglares,

ese rítmico tamboreo que le da cadencia

al torrente de reflexiones que me invaden.

 

¡A estos anhelos que se rompen 

en olas de impaciencia e indignación!

 

"No desperdicies años que aún te esperan

sufriendo por visiones apocalipticas de mesiánicos.

Esos que viven encarcelados en sus fosos

de falacias, condenas y oportunismos."

 

¡Ellos no hablan con la verdad

sino con el látigo del egoísmo y la codicia!

 

II

 

Viven de la vana ilusión que construyen

sobre las tinieblas de su hipócrita costumbre

de lavarse sus culpas con el jabón de sus enemigos.

Con ello evaden la discusión de sus contradicciones

y visten sus quimeras, prosas y discursos

con el veneno de la hoz, la ira y el dinero.

 

Y siembran a su paso insufrible

la maleza maldita del odio, de la ignorancia

y la venganza que florece tupida y espesa

en las tierras áridas y sedientas de los incautos.

 

Las más de las veces caminan sigilosos,

cobijados con las ropas robadas

a los resentimientos de las muchedumbres.

Y las muestran arrugadas, harapientas

y hediondas a sus miserias, odios y derrotas.

 

Han sido incapaces de declararse libres

de las cadenas que los subyugan

al insondable basurero de la historia.

 

III

 

Otros están llenos con el éxtasis de sus designios

y de las alabanzas ardientes de sus creyentes;

aquel rebaño que se adormece creyendo

que las cristalinas aguas del conocimiento

los han bautizado desde el aula o el púlpito.

 

No entregan migajas sin cobro,

ni miden sus condenas en función de los opuestos.

Tampoco reconocen su miedo a la sentencia

sin desviar su temerosa vista de los altares

del hombre, del hambre o la injusticia.

 

No exaltan el amor, la balanza ni la lealtad,

pero si escupen intolerancia y desprecio

contra los ríos caudalosos de los años sabios;

y contra los cisnes que tiran

los indetenibles carruajes de los siglos.

 

GUADALUPE DE GOICOECHEA

 

I

 

¡No!

 

No todos podemos ser iguales,

pero todos tenemos derecho

a que se respete nuestro destino.

 

¡La humanidad encuentra su dignidad

cuando entiende y acepta

la sublime trascendencia de la libertad!

 

Pero...

 

Hay caminos que extravían las proezas

y se siembran de penurias y fracasos.

Y brotan sus frutos ácidos

enraizados en las malezas de sus veredas.

 

Y hay otros añejos derroteros,

que imperceptibles acechan nuestros pasos

para arrebatarnos nuestra arrogancia,

atacando por sorpresa y con saña

hasta nuestras más preciadas mentiras.

 

¡Escúchame!

 

¡Vives en la trampa de estos años de oscuridad!

¡Hay todo un mundo y toda una época

a los que la desilusión les ha secado las flores!

 

¡Hay un infinito de promesas

calcinadas en los hornos

de la soberbia, la mentira y el hedonismo!

 

 II

 

 ¡Ah, hermanos...!

 

¿Será, acaso, que ha llegado la hora

de repensar a Dios y al hombre

y poner a los ungidos a su servicio?

 

¿Acaso no podemos soñar y creer

que todo lo que hoy sentimos perdido

no sea la brillante lámpara

que nos guíe cuando llegue el mañana?

 

 III

 

Mira las motas de vapor 

danzar en el firmamento;

y mira las gotas del rocío 

refrescar los amaneceres.

 

Miremos las honduras de nuestros corazones

para descubrir que la paloma azul de Pandora 

-todos los días -

vuela triunfante y vigorosa entre nosotros.

 

¡Nunca se ha extraviado ni nos ha abandonado;

y nunca ha sido asesinada o encarcelada la esperanza!

 

NICOYA, GUANACASTE

 

I

 

Una rosa blanca no solo es una flor bella,

aunque suframos las agujas de sus espinas,

sino - sobre todo - es una singularidad

dueña de un único, suave y erótico aroma.

 

Un ser humano no lo es solo por "ser",

aunque muestre inteligencia y hable ,

sino porque su arcilla lo define

como un ente de potencia, de conciencia,

de razón, de dignidad, espíritu y alma:

 

¡Un universo insondable en sí mismo!

¡Único, irrepetible, libre y misterioso!

 

II

 

Pero…

 

Nuestra especie está cada vez más temerosa

del vértigo que causan las honduras de los abismos.

Aún más aquellos a los que la ignominia

de la post-verdad ha deshumanizado

y llevado como rebaño que desbarranca

- domesticado –

desde las alturas de lo material,

lo dogmático, lo intrascendente y lo superficial.

 

 III

 

Nos han impuesto miedos y conspiraciones

que encubren las reales intenciones

de las espurios designios de las colmenas.

 

El planeta se ha llenado de ira y confusión

mientras se erigen monumentos a lo mundano,

a las imposiciones de los soberbios,

a las falsificaciones de lo racional y sublime

y a la negación de nuestra humanidad.

 

¡Los cuadernos escritos en una celda

educan legiones de soldados y obreros

que fanatizados destruyen los templos,

denigran las células de la sociedad,

avasallan las aulas y queman sus libros!

 

¡La paradoja de aquel que,

mientras escribía su catecismo,

lloraba por aquellos que amaba…!

 

IV

 

¡La rebeldía juvenil que se empoderó

de las calles de la ciudad iluminada,

mientras se concebía y ejecutaba el asesinato

de la herencia rescatada desde la hoguera

de la ambición y la locura genocidas!

 

Desde aquellos días de rupturas

están las señoras del Zócalo y el Sena

orando por el perdón y la cordura,

porque hemos olvidado, 

en el cajón de los compases y las brújulas,

que todos tenemos derecho a nuestra dignidad,

a nuestra conciencia y a nuestra libertad;

pero no tenemos derecho de imponerle a nadie

que piense y actúe como reflejo de lo que somos.

 

 ¡Y menos tenemos derecho

de moldear su arcilla

a nuestra imagen y semejanza!

 

PARAISO DE CARTAGO

 

I

 

Ha sido un mar la sangre

que se ha inmolado en las arenas y musgos

de los aciagos campos de batalla.

 

Guerras interminables libradas para conquistar

las más altas cumbres de nuestras maldiciones;

o para - cuando ya no hay solución posible -

rescatar las supremas virtudes de la existencia.

 

¡El planeta, desde nuestros primeros pasos,

lo hemos sembrado con infinidad de tumbas

cavadas por las egolatrías de los ambidiestros!

 

II

 

Los campos están secos y amarillentos

esperando que los nuevos soles y lunas

los alumbren libres de sus cadenas y yugos,

de sus lágrimas y tristezas engendradas

por aquellos que se han creído sus dueños.

 

No hay tiempos eternos para los tiranos

- susurra el despuntar del amanecer -

y a cada cual, tarde o temprano,

le llega ya sea la rebelión de los oprimidos

o la incontestable condena de los renacidos.


 

CHACARITA DE PUNTARENAS

 

I

 

Fue durante aquellas mañanas y tardes

- ya lejanas -

bajo los almendros, a la sombra de los tamarindos,

caminando los playones grises del estero

y jugando con el cadencioso romper de las olas

sobre las arenas cálidas de Puntarenas,

que aprendí el valor de la amistad y la lealtad.

 

II

 

¡No importa cuánto tiempo discurra la vida

siempre volvemos, como sedientos caminantes,

a beber de las vigorosas aguas de la Fe y la redención!

 

¡Porque Dios, por lo contrario, 

nunca ha muerto;

y siempre espera, escucha y atiende 

- de los desposeidos -

sus sollosos y clamores!

 

¡Dios no nos habla con la lengua

de los hipócritas ni de los fundamentalistas

- sean religiosos o ideológicos -

que se creen jueces de la historia y la existencia!


¡Dios está en todas las religiones,

pero no le pertenece a ninguna!

 

SAN ISIDRO DE CORONADO

 

I

 

Las brumas que flotan

desde las azules montañas,

traen las expectantes notas

de los encendidos yigüirros en celo.

 

Es su canto un llamado incesante

que clama por la aceptación de una pareja

y por el reverdecer que presagian los aguaceros.

 

Ya no es como era cuando

- cuantiosos -

poblaban sembradíos, cafetales y potreros;

y su clamor inundaba el día desde el amanecer

hasta los umbrales tenues del anochecer.

 

Han ido desapareciendo el árbol del güitite,

del poró, el cafeto y el de guaba,

y con ello la algarabía de sus bandadas.

 

II

 

Las bulliciosas mañanas de mayo

se han ido silenciando aplastadas

por las serpientes de asfalto,

por los arrabales cancerosos de miserias

y por los refugios ostentosos de cemento,

rodeados de tapias, alambradas eléctricas

y vigilados por gendarmes y cámaras encubiertas

con disfraces de púas, cables y navajas.

 

Pero… los yigüirros aun cantan

y los mainumbíes glotones

aún gravitan veloces sobre las flores;

extasiados con las mieles de la primavera.


¡El planeta y su belleza,

al que atropellamos a conciencia,

continúa indolente en su periplo cósmico!

 

SAN BLAS DE MORAVIA

 

I

 

Son tiempos granulados

cuando el sol es tibio

y la luna llena una plegaria.

 

El futuro huele a lápiz,

a libro, guitarra y canción.

Y los sueños reposan vibrantes

en las sienes infantiles

llenas de banderas y poesías.

 

¡Una Patria sencilla y humilde

que creció y crece orgullosa bajo la guía

de su ejército de alumnos y maestros!

 

¡No pequen contra sus sueños e ilusiones!

 

II

 

¡No ha llegado la hora

de secar ríos ni lagos!

¡Ni para dejar testamentos 

ni poesías inconclusas en trincheras,

ni cruces de amores sedientos y eróticos

ni blancas tumbas sin recuerdos!

 

¡Es esta inocencia inaudita

la que quiebra el hastío,

rompe la interminable espera

y fecunda, osada y revolucionaria,

los horizontes de su destino!

 

TOPSFIELD, MASSACHUSSETS

 

Allende se gestan las guerras

contra los que a otros oprimen.

El volcán, como faro, alumbra los litorales

con su hirviente aliento, sus rugidos intimidantes

y sus profundos y lastimeros llantos.

 

Desde todos los pétalos de la flor de los vientos

llegan las voces de las protestas y desmanes

de aquellos que, o no tienen o creen no tener nada,

pero que sí saben que no tienen libertad.

 

POASITO DE ALAJUELA

 

I

 

El tiempo que todo perdona

corre, aún confundido,

entre dudas, silencios y lamentos.

 

La mentira y el fanatismo

se han tomado de la mano,

construyendo holográfías

- vestidas de progresismo -

que fastidiosas, falsas e insensibles

ultrajan y asesinan a la santa madre

y al hijo rebelde lo exilian, lo condenan

y lo intentan borrar de la historia.

 

II

 

Hay voces que abarrotan

los espacios ya llenos;

y miradas cansinas que 

languidecen inertes 

en el vacío y la sombra.

 

¡Las cruces están inversas

y los rosarios sin cuentas ni crucifijos!


III

 

La Babel postmodernista,

que altanera no admite

cuestionamientos ni contrarios,

se levanta vanidosa e imponente,

como visión cimera y mesiánica

de la que se nutren las masas de vividores, 

de resentidos y de academias para marginados.

 

¡El planeta ni se está muriendo

-  sigue cambiando -

ni la humanidad se está extinguiendo

-  sigue evolucionando y sobreviviendo - !

 

¡El hedonismo es válido y celebrado

y la verdad - arrinconada - está prohibida!

 

¡La tolerancia intolerante

que da voz y voto a la imbecilidad!

 

SAN PEDRO SULA, HONDURAS


I

 

¡”Tomen la educación y la cultura

y el resto se os dará por añadidura”!

 

¡Ha nacido,

colérica y sumida en sus revisionismos,

la era de las flores sin aromas,

sin pétalos y sin estambres ni pistilos!

 

¡Un mundo sin llaves ni cerraduras

que, mientras se aflojan sus manos,

se ahoga en sus crisis existenciales!


 

SAN RAFAEL DE HEREDIA

 

I

 

La enésima vez que piaron los comemaiz,

excitados sobre los alambres de las cercas

que rodeaban los tupidos cafetales,

caía un torrencial aguacero sobre el valle.

 

La mañana, fría y lenta,

bajaba desde las montañas

cabalgando sobre preñadas nubes grises

que se enredaban en los alpinos bosques.


Los lirios llenaban con su aroma

las servidumbres calizas de las casonas,

y los recurrentes yigüirros cantaban

su húmedo celo saltando entre las ramas

de los ancianos y amarillentos nísperos.

 

II

 

Esta paz - que tardío he descubierto -

me cobija tibia y complaciente

en estos mis lentos años de otoño.

 

La esperanza, que a lo largo de la vida

he cultivado con certeza y perseverancia,

me rejuvenece cuando miro las pupilas

de aquellos que sí escuchan y se escuchan.


¡Vibro, rebosante de vida,

cada vez que me miro

en los ojos inocentes de mis nietos!

 

III

 

¡Estamos a la víspera…!

 

El momento llega cuando enfrentamos

el drama de la guerra, la muerte y el hambre

que desbordan nuestra desesperación y miedo.


Es entonces cuando nos invade 

la templanza y la certeza 

del sobrevivir, del renacer y el devenir.

 

Es cuando se anuncia el natal llanto

del tiempo de la cosecha y la probidad.

Es cuando los velos se caen y el triunfo de lo universal

se ancla en nuestras miradas y nuestros corazones.

Es cuando se derrota la banalidad y la locura; 

y nos levantamos de la humillante resignación del espíritu

impuesta por la falaz tiranía de la insensible prole.

 

Y es también cuando revivimos

los rezos ante el crucifijo de lo digno,

de lo perenne, de lo moral y lo verdadero.

 

Y nuestro espíritu se aferra a su autenticidad

luchando por sobreponerse a los estertores y latigazos

de la falacia, la tiranía, el estigma y del olvido.

 

¡Las máscaras habrán caído desde sus olimpos

sembrando de polvo y cenizas sus altares!

 

PUERTO LIMON

 

I

 

Veo el advenimiento de épocas

sin esta violencia suicida y asesina,

sin desigualdades impuestas ni odiosas,

sin exclusión, xenofobias ni resentimientos.

Y sin individualismos ni caudillajes,

ni hedonismos ni hipocresías insultantes.

 

 ¡Veo el devenir de tiempos cuando

entenderemos el amor y su legado!

 

Cuando unidos ante nuestra insignificancia

comprendamos que solo somos guardianes

de un planeta que castiga nuestros abusos,

pero que nos premia con vida y trascendencia

cuando lo respetamos, lo sentimos y lo entendemos.

 

 ¡Cuando la verdad no se traicione

ni se oculte su poder 

tras el lugubre manto de la demagogia!

 

¡Veo el advenimiento de días mejores cuando

los relativismos morales sean leídos

como las más atroces lecciones de la historia!

 

II

 

Veo mañanas soleadas que despuntan

ante la grandiosidad de nuestro destino,

un destino que será difícil de construir

y que se levantará de las ruinas de este mundo

- tan controversial, inhumano y vanidoso -

que a consciencia hemos permitido

que nos defina como el dolor de un aborto.

 

¡Todos hemos sido llamados 

a atestiguar el advenimiento

de las cosechas doradas!

 

SAN JOSE DE COSTA RICA (EPILOGO)

 

I

 

Bajo la sombra del robusto higuerón

que se yergue en el Parque Central,

me siento, apago y dejo a un lado

el grillete de continuos y chillantes sonidos

y de hipnotizante pantalla de colores.

 

 ¡Y me dejo envolver por el bullicio de la gente!

 

Por el aullar de las bocinas y los gritos

de las zalameras vendedoras de lotería

que agolpan en las esquinas de esta ciudad

tan fea y caótica, pero tan mía y de todos.

 

II

 

Estoy convencido 

de que en el gentío hay muchos 

- tal vez incógnitos -

que entienden lo invaluable 

que es el conocimiento

y lo lecivos que le son 

el miedo y la ignorancia.

 

Y entre esos muchos,

como semillas de legiones,

hay quienes también son conscientes

de que vivimos y venceremos

estos aciagos tiempos,

cuidadosamente inducidos

o engendrados en azares milenarios

de drama, incertidumbre, poder,

de indiferencia e intolerancia.

 

III

 

Y nostálgico, pero confiado,

recapacito:

 

He recorrido los años desde la guerra fría

hasta el derrumbe inevitable de los muros.

Desde el Sputnik hasta los lejanos Voyager

y el sorprendente New Horizon.

Y desde Woodstock hasta el inaudito empoderamiento

de la post-verdad y el progresismo post-modernista.

 

He entendido - por fin -

que a pesar de las contradicciones,

todo tiempo presente

es mejor que cualquier día ya ido.

 

Que cada instante es una oportunidad

y que no hay futuro

- por más brillante que nos parezca -

que no engendre sus tragedias

y no construya sus propias soluciones.

 

 IV

 

 ¡Y aún sigo acá... sereno ante el asombro!

 

Convencido de que un nuevo 1815 se acerca,

que el planeta seguirá en su órbita

y que la humanidad triunfará, prevalecerá,

será una y conquistará las estrellas.


Porque nunca he renunciado al convencimiento

de que nuestra especie nació

en este ínfima mota cósmica que llamamos hogar,

pero que ello no significa

que habremos de perecer y desaparecer acá.

 

Que el inevitable cambio climático vendrá,

no sé si mañana, en una década o un milenio.

No se cuales tragedias aún esperan escapar

desde sus reinos inertes y microscópicos

imponiendo humildad a nuestras egolatrías;

o cuales amenazas nos acechan desde

la profundidades del tiempo y el espacio.


¿Cuántos desvaríos belicistas 

- de la mano de ególatras y fanáticos - 

habrán de ensombrecer el nacimiento 

del nuevo orden que nos espera?

 

Pero lo que sí sé - idealista hasta las cenizas -

es que, como entes espirituales e inteligentes,

los enfrentaremos… ¡y los sobreviviremos!

 

V

 

Porque he vivido creyendo

en el poder edificante de la ciencia,

en la tenacidad de nuestra sangre,

y en el extraordinario horizonte que espera

a aquellos que vendrán y no conoceré.

 

En la fuerza poderosa que impregna

- en todos nosotros -

este sentido indomable de lucha que nos define

y que nos llevó, desde nuestra cuna africana,

hasta la conquista de todos los cardinales del mundo.

 

VI

 

¡Porque somos seres de esperanza!

 

Ese sentimiento de idealismo, solidaridad

resiliencia y proeza que nunca nos abandona

y que, en las noches más negras del peregrinar,

nos ha elevado sobre nuestras fallas y temores.

 

¡Porque soy y seguiré siendo persona de Fe,

respetando la idea que cada quien tenga de Dios!

 

Y porque creo - finalmente -

en la grandeza de nuestra humanidad;

de la que he atestiguado en repetidas ocasiones 

la profundidad de su espíritu, su conciencia histórica

y su tenacidad por permanecer, perdurar y... 

 

¡Florecer!

 

 


 
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