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lunes, 20 de enero de 2020

A MI PADRE


Extendió sus brazos
mientras su pecho tembloroso
exhalaba su paso a la eternidad.

Abrazaba ese instante que llega, 
como fin último,
a todos los que recorremos
el ajetreado devenir de la vida.

Su espíritu en paz agradecía
las bendiciones que el destino le dio;
mientras el frío aire de la mañana
lo saludaba por última vez.

¡Quiso enseñarme todo lo que sabía!

Partió de entre mis brazos
al tiempo que mis lágrimas
caían indetenibles desde mis pupilas.

Se fue en paz y con una sonrisa
cuando comprendió que su ausencia
era su lección última para mi travesía.

¡La vida - su vida y la mía - 
lanzó su último grito 
de despedida y trascendencia!















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