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sábado, 17 de marzo de 2018

PLAYA BLANCA



Calmada llega la marea
a besar las arenas de esta playa
angosta, quita e incógnita.

Bahía escondida
entre los vigías del pálido litoral
que celosos la cuidan.

Rada aislada
de los vientos mordientes
que soplan desde mar adentro,
azul y profundo.

Al pie de las escuálidas sombras
de almendros y palmeras,
lagartijas y garrobos, aún soñolientos,
vigilantes calientan su sangre fría.

Y afuera, cadenciosos,
se mecen serenos 
los añejos pesqueros
y los botes que esperan.

El sol meridiano
abraza el infinito horizonte,
mientras en el espacio
cabalgan alas verdes
buscando sus nidos.

¡Ni el grito de deidad alguna
quiebra esta embriagante soledad!

En esta playa blanca,
olvidada y complaciente,
me abandono al silencio,
mientras el mundo ausente
sufre con su ensordecedor bullicio.






 







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