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viernes, 13 de julio de 2018

ADIOS A LA MUSA



I

 

Caminas lento con alma plena

de infinitos.

Con ojos límpidos, cabellos sueltos

y con pasos libres y cadenciosos.

 

De frente al mar que suavemente

murmura su canción de hipnosis y éxtasis;

mientras el atardecer indolente,

que te acaricia con claroscuros,

se tiñe de pinceladas rojas y naranja.

 

No sé si llamar tu nombre

o dejarte ir con el silencio,

liberándome de esta cadena erótica

que une mi imaginación y tu certeza.

 

¡Y dejar morir este ardor

en el altar de tu inocencia!

 

II

 

De frente al destino,

y de espaldas al cristal tenue

de mis retinas llenas de nostalgia,

te desvaneces lenta de mi presente,

de mis ayeres, de mis esperas,

de mis angustias y mis anhelos.

 

Solo te alcanza

- ilusa -

mi sórdida lejanía

al dibujar tu imagen

con desnudo y suave verso.

 

La despedida ha roto

esta danza adicta entre tú,

mi musa primaveral y serena,

y esta poesía que me agobia.

 

III

 

Ya la tarde, que no espera,

te envuelve etérea

con su soplo de misterio y tristeza.

 

Quedo mudo y absorto  

bajo las tenues sombras de los tamarindos,

mientras la luna otoñal asoma su sonrisa

entre pinceladas rojas y naranja:

 

¡La soledad enésima se anuncia

en los murmullos quietos de la pleamar!










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