Si sabemos su velocidad,
no sabemos su posición.
Si conocemos su posición,
no conocemos su velocidad.
¿Acaso el saber y el no saber
es la dualidad inherente del universo
que nos condena a nunca
comprenderlo de forma plena y real?
Nos sabemos parte del todo,
pero gran parte del todo
nos es un absoluto misterio.
¿Es esa la razón que nos impulsa
a someternos a la existencial necesidad
de descubrirnos y entendernos?
¿Es esta la gran odisea del conocimiento?
¿O es esta vital incertidumbre
la que nos hace creer que podemos
llegar a entender la mente de Dios...?
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