I
Hay momentos que mis recuerdos
son clamores de pertenencia.
¡Que aún es mío un amor que se
eternizó con el discurrir del tiempo!
¡En mi tiempo!
II
En otros momentos,
de nostalgia y reproche,
mis recuerdos se hunden
en sentimientos de pérdida
y de ausencias dolorosas.
¡De tu ausencia
que me quemaba la vida!
III
Es nuestro tiempo otoñal
y no es suficiente el recordar.
¡Y también inútil el remordimniento!
Hoy - en ambos - viven juntas
la pertenencia y la pérdida.
¡Esa es nuestra condena
y nuestra hojarasca existencial!
IV
Ya no somos lo que fuimos
- es cierto -
y, en lo profundo, del alma:
¡Duele!
Pero... a pesar
de todas las tristezas
y silencios,
hoy debemos de aceptar
y perdonar lo que somos.
¡Lo que nunca quisimos ser!
