COCAL DE PUNTARENAS
I
Sobre una nudosa rama del vetusto almendro
las
inquietas chorchas entonan su gutural canto.
Apenas
logro escuchar,
mientras
camino entre manglares,
ese rítmico
tamboreo que le da cadencia
al torrente
de reflexiones que me invaden.
¡A estos anhelos que se rompen
en olas de impaciencia e indignación!
"No
desperdicies años que aún te esperan
sufriendo
por visiones apocalipticas de mesiánicos.
Esos que
viven encarcelados en sus fosos
de falacias,
condenas y oportunismos."
¡Ellos no
hablan con la verdad
sino con el
látigo del egoísmo y la codicia!
II
Viven de la
vana ilusión que construyen
sobre las
tinieblas de su hipócrita costumbre
de lavarse
sus culpas con el jabón de sus enemigos.
Con ello
evaden la discusión de sus contradicciones
y visten
sus quimeras, prosas y discursos
con el
veneno de la hoz, la ira y el dinero.
Y siembran
a su paso insufrible
la maleza
maldita del odio, de la ignorancia
y la
venganza que florece tupida y espesa
en las
tierras áridas y sedientas de los incautos.
Las más de
las veces caminan sigilosos,
cobijados
con las ropas robadas
a los
resentimientos de las muchedumbres.
Y las
muestran arrugadas, harapientas
y hediondas
a sus miserias, odios y derrotas.
Han sido
incapaces de declararse libres
de las
cadenas que los subyugan
al
insondable basurero de la historia.
III
Otros están
llenos con el éxtasis de sus designios
y de las
alabanzas ardientes de sus creyentes;
aquel
rebaño que se adormece creyendo
que las
cristalinas aguas del conocimiento
los han
bautizado desde el aula o el púlpito.
No entregan
migajas sin cobro,
ni miden
sus condenas en función de los opuestos.
Tampoco
reconocen su miedo a la sentencia
sin desviar
su temerosa vista de los altares
del hombre,
del hambre o la injusticia.
No exaltan
el amor, la balanza ni la lealtad,
pero si
escupen intolerancia y desprecio
contra los
ríos caudalosos de los años sabios;
y contra
los cisnes que tiran
los
indetenibles carruajes de los siglos.
GUADALUPE DE GOICOECHEA
I
¡No!
No todos
podemos ser iguales,
pero todos
tenemos derecho
a que se
respete nuestro destino.
¡La
humanidad encuentra su dignidad
cuando entiende y acepta
la sublime trascendencia de la libertad!
Pero...
Hay caminos
que extravían las proezas
y se siembran
de penurias y fracasos.
Y brotan
sus frutos ácidos
enraizados en
las malezas de sus veredas.
Y hay otros
añejos derroteros,
que
imperceptibles acechan nuestros pasos
para
arrebatarnos nuestra arrogancia,
atacando
por sorpresa y con saña
hasta
nuestras más preciadas mentiras.
¡Escúchame!
¡Vives en
la trampa de estos años de oscuridad!
¡Hay todo
un mundo y toda una época
a los que
la desilusión les ha secado las flores!
¡Hay un
infinito de promesas
calcinadas
en los hornos
de la
soberbia, la mentira y el hedonismo!
II
¡Ah, hermanos...!
¿Será, acaso, que ha llegado la hora
de repensar
a Dios y al hombre
y poner a
los ungidos a su servicio?
¿Acaso no
podemos soñar y creer
que todo lo
que hoy sentimos perdido
no sea la
brillante lámpara
que nos
guíe cuando llegue el mañana?
III
Mira las motas de vapor
danzar en el
firmamento;
y mira las
gotas del rocío
refrescar los amaneceres.
Miremos las honduras de nuestros corazones
para descubrir
que la paloma azul de Pandora
-todos los días -
vuela triunfante y vigorosa entre nosotros.
¡Nunca se
ha extraviado ni nos ha abandonado;
y nunca ha
sido asesinada o encarcelada la esperanza!
NICOYA, GUANACASTE
I
Una rosa
blanca no solo es una flor bella,
aunque
suframos las agujas de sus espinas,
sino - sobre todo - es una singularidad
dueña de un
único, suave y erótico aroma.
Un ser
humano no lo es solo por "ser",
aunque
muestre inteligencia y hable ,
sino porque
su arcilla lo define
como un ente
de potencia, de conciencia,
de razón,
de dignidad, espíritu y alma:
¡Un
universo insondable en sí mismo!
¡Único,
irrepetible, libre y misterioso!
II
Pero…
Nuestra especie
está cada vez más temerosa
del vértigo
que causan las honduras de los abismos.
Aún más
aquellos a los que la ignominia
de la
post-verdad ha deshumanizado
y llevado
como rebaño que desbarranca
-
domesticado –
desde las
alturas de lo material,
lo dogmático, lo
intrascendente y lo superficial.
III
Nos han impuesto miedos y conspiraciones
que
encubren las reales intenciones
de las
espurios designios de las colmenas.
El planeta
se ha llenado de ira y confusión
mientras se
erigen monumentos a lo mundano,
a las
imposiciones de los soberbios,
a las
falsificaciones de lo racional y sublime
y a la
negación de nuestra humanidad.
¡Los
cuadernos escritos en una celda
educan
legiones de soldados y obreros
que
fanatizados destruyen los templos,
denigran
las células de la sociedad,
avasallan
las aulas y queman sus libros!
¡La
paradoja de aquel que,
mientras
escribía su catecismo,
lloraba por
aquellos que amaba…!
IV
¡La rebeldía juvenil que se empoderó
de las
calles de la ciudad iluminada,
mientras se
concebía y ejecutaba el asesinato
de la
herencia rescatada desde la hoguera
de la
ambición y la locura genocidas!
Desde
aquellos días de rupturas
están las
señoras del Zócalo y el Sena
orando por
el perdón y la cordura,
porque
hemos olvidado,
en el cajón de los
compases y las brújulas,
que todos
tenemos derecho a nuestra dignidad,
a nuestra
conciencia y a nuestra libertad;
pero no
tenemos derecho de imponerle a nadie
que piense
y actúe como reflejo de lo que somos.
¡Y menos tenemos derecho
de moldear
su arcilla
a nuestra
imagen y semejanza!
PARAISO DE CARTAGO
I
Ha sido un
mar la sangre
que se ha
inmolado en las arenas y musgos
de los
aciagos campos de batalla.
Guerras
interminables libradas para conquistar
las más altas
cumbres de nuestras maldiciones;
o para -
cuando ya no hay solución posible -
rescatar
las supremas virtudes de la existencia.
¡El
planeta, desde nuestros primeros pasos,
lo hemos sembrado con infinidad de tumbas
cavadas por
las egolatrías de los ambidiestros!
II
Los campos
están secos y amarillentos
esperando
que los nuevos soles y lunas
los
alumbren libres de sus cadenas y yugos,
de sus
lágrimas y tristezas engendradas
por
aquellos que se han creído sus dueños.
No hay
tiempos eternos para los tiranos
- susurra
el despuntar del amanecer -
y a cada
cual, tarde o temprano,
le llega ya
sea la rebelión de los oprimidos
o la
incontestable condena de los renacidos.
CHACARITA DE PUNTARENAS
I
Fue durante
aquellas mañanas y tardes
- ya
lejanas -
bajo los
almendros, a la sombra de los tamarindos,
caminando
los playones grises del estero
y jugando
con el cadencioso romper de las olas
sobre las
arenas cálidas de Puntarenas,
que aprendí
el valor de la amistad y la lealtad.
II
¡No importa cuánto tiempo discurra la vida
siempre
volvemos, como sedientos caminantes,
a beber de
las vigorosas aguas de la Fe y la redención!
¡Porque
Dios, por lo contrario,
nunca ha muerto;
y siempre
espera, escucha y atiende
- de los desposeidos -
sus sollosos y clamores!
¡Dios no
nos habla con la lengua
de los
hipócritas ni de los fundamentalistas
- sean
religiosos o ideológicos -
que se
creen jueces de la historia y la existencia!
¡Dios está en todas las religiones,
pero no le pertenece a ninguna!
SAN ISIDRO DE CORONADO
I
Las brumas
que flotan
desde las
azules montañas,
traen las
expectantes notas
de los
encendidos yigüirros en celo.
Es su canto
un llamado incesante
que clama
por la aceptación de una pareja
y por el
reverdecer que presagian los aguaceros.
Ya no es
como era cuando
- cuantiosos -
poblaban
sembradíos, cafetales y potreros;
y su clamor
inundaba el día desde el amanecer
hasta los
umbrales tenues del anochecer.
Han ido
desapareciendo el árbol del güitite,
del poró,
el cafeto y el de guaba,
y con ello
la algarabía de sus bandadas.
II
Las
bulliciosas mañanas de mayo
se han ido
silenciando aplastadas
por las
serpientes de asfalto,
por los
arrabales cancerosos de miserias
y por los
refugios ostentosos de cemento,
rodeados de
tapias, alambradas eléctricas
y vigilados
por gendarmes y cámaras encubiertas
con
disfraces de púas, cables y navajas.
Pero… los yigüirros
aun cantan
y los
mainumbíes glotones
aún
gravitan veloces sobre las flores;
extasiados
con las mieles de la primavera.
¡El planeta y su belleza,
al que atropellamos a conciencia,
continúa indolente en su periplo cósmico!
SAN BLAS DE MORAVIA
I
Son tiempos
granulados
cuando el
sol es tibio
y la luna
llena una plegaria.
El futuro
huele a lápiz,
a libro,
guitarra y canción.
Y los
sueños reposan vibrantes
en las
sienes infantiles
llenas de
banderas y poesías.
¡Una Patria
sencilla y humilde
que creció y
crece orgullosa bajo la guía
de su
ejército de alumnos y maestros!
¡No pequen
contra sus sueños e ilusiones!
II
¡No ha
llegado la hora
de secar ríos ni lagos!
¡Ni para dejar
testamentos
ni poesías inconclusas en trincheras,
ni cruces
de amores sedientos y eróticos
ni blancas tumbas sin recuerdos!
¡Es esta
inocencia inaudita
la que
quiebra el hastío,
rompe la
interminable espera
y fecunda,
osada y revolucionaria,
los
horizontes de su destino!
TOPSFIELD, MASSACHUSSETS
Allende se
gestan las guerras
contra los
que a otros oprimen.
El volcán,
como faro, alumbra los litorales
con su
hirviente aliento, sus rugidos intimidantes
y sus
profundos y lastimeros llantos.
Desde todos
los pétalos de la flor de los vientos
llegan las
voces de las protestas y desmanes
de aquellos
que, o no tienen o creen no tener nada,
pero que sí saben que no tienen libertad.
POASITO DE ALAJUELA
I
El tiempo
que todo perdona
corre, aún
confundido,
entre dudas, silencios y lamentos.
La mentira
y el fanatismo
se han
tomado de la mano,
construyendo holográfías
- vestidas de progresismo -
que fastidiosas, falsas e insensibles
ultrajan y asesinan a la santa madre
y al hijo
rebelde lo exilian, lo condenan
y lo intentan borrar de la historia.
II
Hay voces
que abarrotan
los
espacios ya llenos;
y miradas
cansinas que
languidecen inertes
en el vacío y la sombra.
¡Las cruces están inversas
y los
rosarios sin cuentas ni crucifijos!
III
La Babel
postmodernista,
que
altanera no admite
cuestionamientos
ni contrarios,
se levanta
vanidosa e imponente,
como visión
cimera y mesiánica
de la que
se nutren las masas de
vividores,
de resentidos y de
academias para marginados.
¡El planeta
ni se está muriendo
- sigue cambiando -
ni la
humanidad se está extinguiendo
- sigue evolucionando y sobreviviendo - !
¡El hedonismo es
válido y celebrado
y la verdad - arrinconada - está prohibida!
¡La
tolerancia intolerante
que da voz y
voto a la imbecilidad!
SAN PEDRO SULA, HONDURAS
I
¡”Tomen la
educación y la cultura
y el resto
se os dará por añadidura”!
¡Ha nacido,
colérica y
sumida en sus revisionismos,
la era de
las flores sin aromas,
sin
pétalos y sin estambres ni pistilos!
¡Un mundo
sin llaves ni cerraduras
que,
mientras se aflojan sus manos,
se ahoga en
sus crisis existenciales!
SAN RAFAEL DE HEREDIA
I
La enésima vez que piaron los comemaiz,
excitados
sobre los alambres de las cercas
que
rodeaban los tupidos cafetales,
caía un
torrencial aguacero sobre el valle.
La mañana,
fría y lenta,
bajaba
desde las montañas
cabalgando sobre preñadas nubes grises
que se
enredaban en los alpinos bosques.
Los lirios
llenaban con su aroma
las
servidumbres calizas de las casonas,
y los
recurrentes yigüirros cantaban
su húmedo
celo saltando entre las ramas
de los
ancianos y amarillentos nísperos.
II
Esta paz -
que tardío he descubierto -
me cobija tibia y complaciente
en estos
mis lentos años de otoño.
La
esperanza, que a lo largo de la vida
he
cultivado con certeza y perseverancia,
me
rejuvenece cuando miro las pupilas
de aquellos
que sí escuchan y se escuchan.
¡Vibro, rebosante de vida,
cada vez que me miro
en los ojos inocentes de mis nietos!
III
¡Estamos a
la víspera…!
El momento
llega cuando enfrentamos
el drama de la guerra, la muerte y el hambre
que desbordan nuestra desesperación y miedo.
Es entonces cuando nos invade
la templanza y la
certeza
del sobrevivir, del renacer y el devenir.
Es cuando
se anuncia el natal llanto
del tiempo
de la cosecha y la probidad.
Es cuando
los velos se caen y el triunfo de lo universal
se ancla en nuestras miradas y nuestros corazones.
Es cuando
se derrota la banalidad y la locura;
y nos
levantamos de la humillante resignación del espíritu
impuesta
por la falaz tiranía de la insensible prole.
Y es
también cuando revivimos
los rezos
ante el crucifijo de lo digno,
de lo
perenne, de lo moral y lo verdadero.
Y nuestro
espíritu se aferra a su autenticidad
luchando
por sobreponerse a los estertores y latigazos
de la
falacia, la tiranía, el estigma y del olvido.
¡Las
máscaras habrán caído desde sus olimpos
sembrando
de polvo y cenizas sus altares!
PUERTO LIMON
I
Veo el
advenimiento de épocas
sin esta
violencia suicida y asesina,
sin
desigualdades impuestas ni odiosas,
sin
exclusión, xenofobias ni resentimientos.
Y sin
individualismos ni caudillajes,
ni
hedonismos ni hipocresías insultantes.
¡Veo el devenir de tiempos cuando
entenderemos
el amor y su legado!
Cuando
unidos ante nuestra insignificancia
comprendamos
que solo somos guardianes
de un
planeta que castiga nuestros abusos,
pero que nos premia con vida y trascendencia
cuando lo
respetamos, lo sentimos y lo entendemos.
¡Cuando la verdad no se traicione
ni se
oculte su poder
tras el lugubre manto de la demagogia!
¡Veo el
advenimiento de días mejores cuando
los
relativismos morales sean leídos
como las
más atroces lecciones de la historia!
II
Veo mañanas
soleadas que despuntan
ante la
grandiosidad de nuestro destino,
un destino
que será difícil de construir
y que se
levantará de las ruinas de este mundo
- tan
controversial, inhumano y vanidoso -
que a
consciencia hemos permitido
que nos
defina como el dolor de un aborto.
¡Todos hemos
sido llamados
a atestiguar el advenimiento
de
las cosechas doradas!
SAN JOSE DE COSTA RICA (EPILOGO)
I
Bajo la
sombra del robusto higuerón
que se
yergue en el Parque Central,
me siento,
apago y dejo a un lado
el grillete
de continuos y chillantes sonidos
y de
hipnotizante pantalla de colores.
¡Y me dejo envolver por el bullicio de la
gente!
Por el aullar de las bocinas y los gritos
de las
zalameras vendedoras de lotería
que agolpan
en las esquinas de esta ciudad
tan fea y
caótica, pero tan mía y de todos.
II
Estoy
convencido
de que en el gentío hay muchos
- tal vez incógnitos -
que entienden lo invaluable
que es el conocimiento
y lo lecivos que le son
el miedo y la ignorancia.
Y entre esos
muchos,
como
semillas de legiones,
hay quienes
también son conscientes
de que
vivimos y venceremos
estos
aciagos tiempos,
cuidadosamente
inducidos
o
engendrados en azares milenarios
de drama,
incertidumbre, poder,
de
indiferencia e intolerancia.
III
Y
nostálgico, pero confiado,
recapacito:
He
recorrido los años desde la guerra fría
hasta el
derrumbe inevitable de los muros.
Desde el
Sputnik hasta los lejanos Voyager
y el
sorprendente New Horizon.
Y desde
Woodstock hasta el inaudito empoderamiento
de la
post-verdad y el progresismo post-modernista.
He
entendido - por fin -
que a pesar de las contradicciones,
todo
tiempo presente
es mejor
que cualquier día ya ido.
Que cada
instante es una oportunidad
y que no
hay futuro
- por más
brillante que nos parezca -
que no
engendre sus tragedias
y no construya
sus propias soluciones.
IV
¡Y aún sigo acá... sereno ante el asombro!
Convencido de que un nuevo 1815 se acerca,
que el
planeta seguirá en su órbita
y que la
humanidad triunfará, prevalecerá,
será una y
conquistará las estrellas.
Porque nunca he renunciado al convencimiento
de que nuestra especie nació
en este ínfima mota cósmica que llamamos hogar,
pero que ello no significa
que habremos de perecer y desaparecer acá.
Que el
inevitable cambio climático vendrá,
no sé si
mañana, en una década o un milenio.
No se
cuales tragedias aún esperan escapar
desde sus
reinos inertes y microscópicos
imponiendo
humildad a nuestras egolatrías;
o cuales
amenazas nos acechan desde
la
profundidades del tiempo y el espacio.
¿Cuántos desvaríos belicistas
- de la mano de ególatras y fanáticos -
habrán de ensombrecer el nacimiento
del nuevo orden que nos espera?
Pero lo que
sí sé - idealista hasta las cenizas -
es que,
como entes espirituales e inteligentes,
los
enfrentaremos… ¡y los sobreviviremos!
V
Porque he
vivido creyendo
en el poder
edificante de la ciencia,
en la
tenacidad de nuestra sangre,
y en el
extraordinario horizonte que espera
a aquellos
que vendrán y no conoceré.
En la
fuerza poderosa que impregna
- en todos
nosotros -
este
sentido indomable de lucha que nos define
y que nos
llevó, desde nuestra cuna africana,
hasta la
conquista de todos los cardinales del mundo.
VI
¡Porque
somos seres de esperanza!
Ese
sentimiento de idealismo, solidaridad
resiliencia y proeza
que nunca nos abandona
y que, en las
noches más negras del peregrinar,
nos ha
elevado sobre nuestras fallas y temores.
¡Porque soy
y seguiré siendo persona de Fe,
respetando
la idea que cada quien tenga de Dios!
Y porque
creo - finalmente -
en la grandeza de nuestra humanidad;
de la que
he atestiguado en repetidas ocasiones
la profundidad de su espíritu, su conciencia histórica
y su
tenacidad por permanecer, perdurar y...
¡Florecer!