I
Escúchame, amigo,
Escúchame, amigo,
porque tengo mucho que
decirte.
He querido tantas
veces sentarme
a tu lado y conversar contigo.
Se de tu anhelo
- ese que te carcome el
alma -
de vivir otros atardeceres
y recorrer otros
caminos.
Crees que vives una
rutina,
y que eres prisionero
de tu sacrificio y tu
entrega.
Añoras aventuras, emociones
y las luces y
candilejas
que pululan en el
mundo;
y crees que tienes derecho
a vivir tus desvaríos
rompiendo las
ataduras
que te encadenan al hastío.
Quieres alcanzar las cimas
y bailar y reir en las colinas,
Quieres alcanzar las cimas
y bailar y reir en las colinas,
navegar las islas y caminar las playas
de la mano de amores
fugaces,
esos que no dejen huellas
ni en tu piel ni en
tus memorias.
Cantar en los
anocheceres
y amar hasta los
amaneceres,
visitar los lechos de
divas y reinas
y olvidar sus
miradas y caricias
cuando te despierte la marea.
cuando te despierte la marea.
Créeme, amigo mío,
lo se porque lo he
vivido.
Corrí de un lado a
otro las veredas
y creí llenar mi vida con amores
incontables.
Algunos los olvidé
y a muchos otros los creí eternos
pero, al final, ninguno soportó el paso del tiempo;
y lo único que me
dejaron
fue una amarga
soledad y un profundo vacío.
Dejé pasar la
oportunidad
de ser un hombre
completo;
y de amar hasta la
locura
solo porque nunca
quise
comprometer mi
libertad,
esa que muy tarde
comprendí
que no era más que egoísmo y vanidad.
II
No abracé los amores inocentes
II
No abracé los amores inocentes
de mis hijos cuando
me lo pidieron,
ni escuché los
reclamos de la única mujer
que me dio su amor
sin condiciones,
porque siempre estuve
ausente
persiguiendo el sueño
de un paraíso que devino
en infierno.
Se que vives con la
desesperanza
de creer que nunca
alcanzarás tus sueños;
y que nunca vivirás
esas quimeras
que has creado en tu
mente
porque te obligas a una
mujer,
con la que discutes en las mañanas,
pero que amas en las noches
después de haber
acostado a tus hijos.
¡Yo daría todas y cada una
¡Yo daría todas y cada una
de las mentiras con
las que engañé la vida
por vivir, aunque
fuese por un momento,
esa verdad que tú vives!
¡…Y sentirme pleno
al lado de alguien
a quien ame y que me
ame…!
III
Lo que yo viví es una condena
III
Lo que yo viví es una condena
y es la razón por la cual te pido
que no cambies un camino
que no cambies un camino
en el que llevas tu redención.
Haz caso de mi consejo
y no imites ni mi soberbia ni mi pena.
Escúchame, amigo,
vive tu presente y destino
a plenitud y con
orgullo,
porque llegarán momentos
en los que será
invaluable
el no ser víctima de la soledad.
Yo hubiese querido que alguien
Yo hubiese querido que alguien
me hubiera hablado
como hoy yo te he
hablado:
con el alma en la
mano
y la verdad en la
mirada.
Tal vez no tendría
esta angustia
de caminar las
últimas jornadas
añorando de alguien un
recuerdo
y de todos… ¡el perdón!
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